tío cyril

 

La primera vez que lo vi fue en la portada de su Obra selecta, editada por Lumen. Estaba sentado tras su mesa de trabajo en la revista Horizon, hermoso como un hipopótamo entre nenúfares. Cyrl Connolly fue un orondo y perezoso angloirlandés que prometía muchas cosas en su brillante juventud y que empeñó toda su vida en dejarlas por cumplir. Deseó alguna vez ser escritor, pero el implacable crítico que llevaba dentro se lo impidió; a cambio fue un reseñista de libros legendario, casi siempre angustiado por la pesada tarea de reseñar un libro a la semana, lo que solía hacer entre resoplidos.

Se mojó señalando los cien títulos que según el constituían lo que él llamó El movimiento moderno y mucho después la Universidad de Austin tomó aquel catálogo para confeccionar su biblioteca. Escribió un libro delicioso, Enemigos de la promesa en el que definió lo que era el estilo mandarín –Huxley, Woolf- y el estilo vernáculo –Graves, Isherwood, enumeró los peligros que acechan a todo escritor, siendo el peor de ellos el periodismo, que era lo que le daba de comer y explicó su juventud nada sana en Oxford. Durante la Segunda Guerra Mundial puso en marcha la revista Horizon, con Spender, y trajo en sus páginas a Truman Capote, Tennesse Williams o Paul Bowles para los lectores del Reino Unido, señalando la creciente influencia que la literatura norteamericana ejercía sobre la británica desde los tiempos de T. S. Elliot o Ezra Pound.

Sus artículos sueltos son deliciosos: se metía en ellos con Chandler y Fleming, se preguntaba con toda seriedad si los Beatles eran la nueva poesía inglesa y hacía unas parodias de estilo divertidísimas. Fue tal vez el último de una especie de lectores ya desaparecida, a los que Virgina Woolf había llamado lectores comunes. W. H. Auden le dedicó un poema. Fue al colegio con George Orwell y Anthony Powell y a la universidad con Evelyn Whaugh, autores todos a los que admiraba. Sobre eso solía decir Mis libros no tienen valor, seré recordado por haber ido al colegio con George Orwell y a la universidad con Evelyn Waugh. Por extraño que parezca, creo que ya hay muy poca gente que se acuerde de Orwell o de Waugh, así que aun menos gente recordará que tío Ciryl fue con ellos a la universidad o al colegio. Claro que yo si lo recuerdo, pero es porque le quiero.




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