El sobrino de Oscar Wilde.

 


La primera noticia que tuve de Arthur Cravan, sobrino de Oscar Wilde, fue en una nota de introducción en el catálogo de una exposición de pinturas de Oskar Zügel, pintor alemán que vivió durante años en Tossa, a donde llegó huyendo de los nazis, que se hizo en el Museu Municipal de Tossa. La nota venía firmada por la entonces alcaldesa, Pilar Mundet. En ella se hacía un repaso a todos los artistas extranjeros que nuestra hermosa villa ha tenido el placer de conocer, tales como Marc Chagall, André Masson, George Bataille, Georges Kar, Olga Sakharov…y tal vez el misterioso sobrino de Oscar Wilde, Arthur Cravan, que pudo estar en Tossa entre los años 1914 y 1915, huésped de unos ingleses que abrieron el primer hostal de la villa.

Lo primero que me llamó la atención fue el apellido. Cravan recuerda a Caravan y da una sensación de errancia y vagabundeo muy sugestiva. Por supuesto no era su nombre real. Se llamaba Fabian Avenarius Lloyd. Era hijo de la cuñada de Wilde, así que tío Oscar no le legó ni medio gen, pero sí lo que podría ser su epitafio, Que hablen de uno, aunque sea bien. Su tarjeta de visita, casi un folio, no tiene desperdicio: “Arthur Cravan, industrial-marino en el Pacífico-arriero-cosechador de naranjas en California-encantador de serpientes-rata de hotel-sobrino de Oscar Wilde-leñador de los bosques gigantes-excampeón de Francia de boxeo-nieto del canciller de la Reina-chófer en Berlín-etc, etc, etc…” (Maintenant nº 4, París, marzó de 1914) Se dejó en ella su máscara de poeta, pues también así le gustaba presentarse: como el poeta con los cabellos más cortos del mundo.

La poesía y el boxeo, pero también la provocación y la polémica, eran sus dos ocupaciones principales, tal vez porque ambos consisten en lograr algo de la manera más simple y bella posible. Su principal obra, sin embargo, fue él mismo, como afirmaba tío Oscar del mismísimo Jesús en De Profundis. Bloguero avant la lettre, escribió y editó los cinco números de la revista Maintenant, con la que consiguió ofender a diestro y siniestro, hasta el punto de que Apollinaire le mandó a sus padrinos. Huyendo de la guerra, se marchó de Francia. Reaparece en 1916, en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona, en un combate de exhibición frente al primer campeón mundial negro de los pesos pesados, Jack Johnson, del que hay diferentes versiones, todas humillantes para Cravan, excepto la que él mismo explicó un año después en Nueva York sin inmutarse. Parece ser que llegó a tener una academia de boxeo en la calle Conde de Asalto de Barcelona. Su hipotética y tal vez espúrea estancia en Tossa estaría entre su fuga de París y su combate de Barcelona. Instalado después, como hemos dicho, en Estados Unidos conocería a la poeta Mina Loy, en la que engendró una hija. Cuando iba a reunirse con ella desapareció sin dejar rastro en algún lugar del Golfo de México, adelantándose así a otro poeta, Hart Crane. Tal vez se arrojó al mar porque creía, como Robert Graves, que el título de poeta sólo se consigue con la muerte.

Puedo imaginármelo en Tossa, en una tarde de agosto que ya se encamina al crepúsculo. Baja por la calle del Pou de la Vila y deja atrás la Capella dels Socors para llegar a la Plaza de España, que todavía conserva sus plátanos y en la que destaca la fachada del Hotel Diana, que hoy día sigue allí. Las calles están sin asfaltar y las casa del siglo XVIII, encaladas, te devuelven al siglo XVIII. Hay vecinos sentados a las puertas de sus casas, los niños juegan entre los plátanos. Gira a la izquierda y baja por la calle de las pescaderías viejas, donde se está subastando el pescado que los pescadores acaban de traer después de todo un día de faena. Llega a la playa. En ella hay barcas y a la sombra de las barcas mujeres jóvenes y ancianas remiendan las redes de pesca. Empieza a subir la cuesta que lleva a la antigua villa amurallada. Tal vez se lía un cigarrillo mientras se sienta a contemplar la sesión continua del mar y cómo va yéndose la luz del cielo. En sus ojos brilla la conmovedora confianza de los futuros ahogados mientras contemplan las aguas.




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